Días atrás el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, anunció que volverían las esperadas vacaciones, aunque la realidad nos indica que debido a los picos de contagio actuales todo sigue siendo bastante dudoso.
En ese contexto, el de la duda, podemos ubicar a un gran número de pasajeros que ya pagaron su viaje, o casi, y viven una incertidumbre difícil de igualar. Son los estudiantes.

El turismo estudiantil transporta más de 150 mil pasajeros por año con un viaje que está pautado de antemano con fecha, lugar y pago anticipado, y la realidad es que muchos jóvenes hoy no saben a ciencia cierta si podrán efectuar su tan esperado viaje de egresados, o no.
Solo en nuestro país –Bariloche, Villa Carlos Paz, San Rafael- el turismo estudiantil provoca un impacto de más de 11 mil millones de pesos al año y a ellos deberíamos sumarle los viajes al exterior -Porto Seguro, Cancún, , Varadero-La Habana- entre otros.
Si bien todos los destinos estarían brindando la seguridad necesaria para que miles de chicos puedan disfrutar como pretendían el viaje largamente soñado lo cierto es que no sería tan así.
Los protocolos de seguridad establecidos en nuestro país y en el mundo indican claramente que será un viaje diferente al planeado, con menos contacto social –fiestas en boliches- y más actividades al aire libre y mayor distanciamiento, algo que claramente no es el objetivo perseguido por los adolescentes.
En el mientras tanto, las empresas que ya vendieron su producto estudiantil el año pasado se encuentran ante la disyuntiva de los alumnos que no podrían realizar el viaje más allá de marzo del año entrante, en el que muchos comenzarían sus carreras terciarias y universitarias o sus primeros trabajos. Tengamos en cuenta que las primeras salidas grupales, siendo muy optimistas, se realizarían a partir de febrero.

Como si esto fuera poco el Covid-19 pone en tela de juicio a las empresas de turismo estudiantil, por un lado observamos que las devoluciones para un viaje tan puntual podrían representar un porcentaje muy importante en las ventas realizadas, y por el otro, la falta de promoción y ventas no realizadas este año debilitaría las economías de muchos operadores.
Es cierto que el turismo estudiantil es el más seguro de todos los viajes que se realizan en nuestro país, ya que los pasajeros cuentan con un Fideicomiso que los protege en cualquier circunstancia, pero no así a las empresas.

Finalmente muchos padres consultan qué pasará con el viaje de sus hijos, y la respuesta sigue siendo incierta. A pesar de la buena voluntad que esgrimen funcionarios, dirigentes y empresarios los acontecimientos nos indican que falta mucho para dar por sentado el futuro inmediato.
En definitiva, sólo la vacuna podría generar certezas y por lo visto estamos cerca pero no tanto.