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Luego de desdecirse muchas veces, a favor y en contra, el Ministro de Transporte Mario Meoni, quedó una vez más en offside cuando se dio a conocer que el aeropuerto de El Palomar dejaba de operar como aeropuerto comercial, algo que él negó tajantemente en varias oportunidades.

Para los noveles lectores quisiéramos recordar que el aeropuerto de El Palomar existe desde 1910 como un aeropuerto mixto y que en el 2010 reemplazó al Aeroparque Jorge Newbery durante varios meses mientras éste era sometido a un intenso trabajo de remodelación en sus pistas, sistemas de iluminación, calles de rodaje y mejoras en las terminales.

EPA, según la sigla de IATA para este legendario aeropuerto, fue motivo de conflicto recién cuando comenzaron a operar las compañías low cost en la gestión de Mauricio Macri en 2018, y esta decisión deja en claro que nadie sabe a ciencia cierta qué se quiere hacer con el modelo aerocomercial de bajo costo en nuestro país.

El proyecto de la Administración MM de abrir los cielos argentinos a nuevas aerolíneas nunca fue una mala idea, el problema siempre fue que quienes la implementaron no tenían los conocimientos de cómo funciona el negocio aerocomercial, y por eso lo estrellaron antes de que despegue la primera aerolínea de bajo costo.

Existiendo al menos 3 líneas aéreas que volaban regularmente y competían entre sí, en un país que pretende ser serio, lo primero que se debería haber hecho era apuntalarlas para que se consoliden, porque las consecuencias de la decisión de abrir el mercado a nuevas aerolíneas fueron desastrosas por la mala implementación de las pseudo políticas aerocomerciales que se pretendieron instalar.

Así, hoy han dejado de operar Latam, Norwegian, Avianca, Flyest, y se han reducido a su mínima expresión Andes, Flybondi y JetSmart.

Es cierto que miles de pasajeros volaron por primera vez con estas nuevas aerolíneas, pero no fue por su incursión, sino por el dumping en los precios que se comenzaron a ver en las promociones de aquel entonces.

Con esos valores nadie ganaba dinero, ni ayer, ni hoy, y lo que es peor nos costaba millones de pesos a todos los argentinos.

El modelo aerocomercial low cost es conocido en Estados Unidos y Europa desde hace décadas, pero su concepción fue la lógica consecuencia de la maduración del negocio aerocomercial, no la implementación de un programa con el fin de derrocar a los sindicatos de una línea aérea, y está basado en aeronaves con muy pocos años de servicio, algo que no siempre sucede en las aerolíneas presentadas en nuestro país.

Ah, perdón, me había olvidado de decir que los millones que aportábamos todos los argentinos correspondían a la subvención que recibía la aerolínea de bandera en desmedro de sus competidores, y así competir es muy difícil para aquellos que la venían peleando desde hacía mucho tiempo como Latam o Andes con capitales propios.

Otro de los grandes secretos del éxito de las compañías low cost en el resto del mundo, tiene que ver con la existencia de aeropuertos alternativos que en muchos casos subvencionan a las aerolíneas para estar operativos. ¿Cuantos tenemos en Argentina? Exacto, ninguno y en muchos casos fueron las propias provincias las que salieron a dar beneficios a las nuevas aerolíneas. También dejando de lado a las que ya volaban a sus destinos.

El Palomar fue un invento que debió recibir millones de pesos para estar operativo y que también lo pagamos todos los argentinos con nuestros impuestos, porque en 2017, antes de ponerse en marcha como aeropuerto alternativo, no tenía terminal, sus pistas eran deficientes -lo siguen siendo-, no tenía radares, etc. etc. etc. ¿Se entiende? Argentina tuvo que inventar un aeropuerto low cost para que pudieran volar aerolíneas low cost.

Para colmo de males, Flybondi ofreció invertir 30 millones de dólares para refaccionar la aerostación, que nunca aparecieron. Además, se generó un conflicto de intereses con AA2000 por la cercanía con Aeroparque, algo que figuraba en el pliego de licitación por la concesión de los aeropuertos nacionales. ¿Nadie lo leyó antes? Evidentemente no, o no les importó.

¿Cuánto dinero se habría ahorrado Argentina si las decisiones se hubieran tomado como en un país en serio? Otra buena idea mal ejecutada y van… Porque la llamada “Revolución de los Aviones” del gobierno de Macri y su ministro Guillermo Dietrich podría haber resultado si hubiesen mensurado un crecimiento medido y conteniendo a todos por igual, no abriendo los cielos y dejando que solo sobreviva el más fuerte.

Los más fuertes eran Aerolíneas Argentinas y Austral, que tenían detrás al bolsillo del payaso del Estado, el resto operaba perdiendo dinero y hoy podemos ver las consecuencias.

Latam cesó las operaciones y se va del país, Andes guardada hasta que aclare, Flybondi y JetSmart reducidas a su mínima expresión y el resto buscando nuevos horizontes lejos de aquí.

Cuando Flybondi amenaza con “El Palomar o nada” y termina operando desde Ezeiza algo está mal, porque las aerolíneas low cost necesitan operar en aeropuertos low cost, que, repito, ya no existen.

¿Y la pandemia? La pandemia fue la excusa que permitió que muchas dejaran de operar amparadas en ella, pero la verdad es que el negocio nunca cerró por la feroz competencia que provocó el ingreso incontrolado de las compañías de bajo costo.

Las aerolíneas low cost no fueron las malas de la película, simplemente fueron parte de una película mal dirigida… y el aeropuerto de El Palomar un triste actor secundario.

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