A pesar de mostrarse optimistas en relación a la temporada estival abriendo sus fronteras tempranamente la gente todavía tiene miedo y se queda en sus casas. Al parecer el verano está perdido, dicen.

Italia abrió sus fronteras al turismo exterior y relanzó el turismo interior antes que cualquier otro país del Mediterráneo. Incluso antes que Grecia. Estamos a finales de junio y las muestras de preocupación del empresariado italiano no han mermado: el verano no funciona, los viajeros se quedan en sus casas, hay demasiado miedo como para que esto presente cualquier parecido con la normalidad.

Este lunes, en Italia, el mundo del turismo sólo hablaba de cómo extender las medidas de urgencia para salvar los puestos de empleo. Se hablaba de que las medidas laborales se tendrían que extender durante todo 2020, con un bloqueo simultáneo de los despidos. O sea, un incremento sustancial del agujero financiero público porque, simplemente, el turismo no se recupera.

Este lunes mismo, los partidos que dan apoyo al gobierno, el Demócrata y el movimiento 5 Stelle, dijeron que habían llegado a un acuerdo para extender las medidas de urgencia al resto del año.

Ciertamente, esta decisión presenta un enorme problema: los recursos. El estado italiano, habitualmente deficitario, no dispone de dinero para afrontar esta medida, imprescindible en el contexto actual. El Gobierno ha decidido esperar un estudio detallado de qué han costado los tres meses de paralización que ha tenido la economía para hacer una estimación de lo que costaría la prolongación. Se da por hecho de que una parte de la plantilla ha vuelto al trabajo, pero una parte realmente menor, al menos en el turismo.

Se da por seguro de que entre los sectores que van a necesitar esta ‘respiración asistida’ estará el turismo, por más que el país está abierto normalmente para la actividad de ocio y alojamientos.

Fuente: https://www.preferente.com