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Ni una palabra de Alberto

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La falta de continuidad que muchas veces se manifiesta en las políticas públicas es, probablemente, una de las causas que más repercuten en la vida de un país.

Muchas veces, sobre todo en Latinoamérica, los nuevosgobiernos comienzan desde cero gestiones que llevaban años de trabajo.

Nuestro país no escapa a ello, y en la actividad turísticase manifiesta claramente cuando hay un cambio de gobierno.

Para los más memoriosos les sugiero hacer un poco de memoriay recordar que no fue la misma imagen aquella que mostramos como El País de losSeis Continentes desarrollada por una consultora catalana para la gestión dePaco Mayorga durante el gobierno de Menem que la Cruz del Sur creada por unaagencia de publicidad marplatense para Hernán Lombardi, o las cintas al vientode la gestión de Enrique Meyer y que la anodina copia de la letra A sobre un círculocon fondo azul de Gustavo Santos. Si bien en el mientras tanto también estuvoDaniel Scioli no tuvo tiempo de realizar ningún cambio.

Todas estas imágenes fueron nuestra Marca País durante losúltimos 28 años y de alguna manera reflejan la falta de continuidad en lamarcha del turismo como política de estado.

Desde Alfonsín a Mauricio Macri, pasando por Carlos SaúlMenem, De la Rúa, Néstor y Cristina Kirchner, el turismo fue mirado como un subtítuloque sólo sirve para dar buenas noticias; salvo durante la gestión de EnriqueMeyer -donde su continuidad en el cargo generó un espacio para mejorar lacalidad de los servicios turísticos autóctonos- el resto de las gestionesestuvieron más marcadas por las repercusiones mediáticas de númerosincomprobables, que por los trabajos realizados.

Ante esto, los presidentes en cuestión mostraban en susdiscursos los beneficios de la actividad como grandes logros sin respaldo en larealidad económica del empresario turístico.      

El domingo pasado, en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, el presidente Alberto Fernández no hizo mención a la importancia de la actividad turística en el desarrollo de las economías regionales y es algo que el sector privado no debería dejar pasar por alto.

Desde hace muchos años que se habla del trabajo mancomunadoentre el sector público y el sector privado para desarrollar una actividad quegenera rápidamente puestos de trabajo y divisas.

Los funcionarios de turno no se cansan de mencionar losexitosos números de la temporada de vacaciones o los fines de semana largos,sin embargo los empresarios siguen padeciendo el paradigma de que los númerosno cierran.

Es por esto que hace falta una política de estado y gentecapaz de generarla y mantenerla en el tiempo, más allá de la bandera políticadel gobierno de turno, y es aquí donde el sector privado debe sentarse adebatir cómo, cuándo y porqué se debe implementar una política que losinvolucre a todos.  

No está mal que Alberto Fernández no mencione a la actividad turística en su discurso, es simplemente porque siempre lo urgente tapa lo importante y no ha contado con alguien con la suficiente experiencia y conocimiento como para recordarle qué sucedió en el 2003 cuando el país estaba en una situación social y económica bastante parecida a la que vivimos ahora, cuando él era Jefe de Gabinete de Ministros.

Es una buena señal recuperar aquella vieja idea de Raúl Alfonsín de generar la carrera administrativa de Funcionarios públicos como la tienen muchos países del mundo. De esta manera se van a poder generar políticas de estado con continuidad en el tiempo y más allá del partido político gobernante, así el sector privado nunca más debería esperar ver para dónde tiene que correr con el próximo gobierno y sí ver qué se debería hacer para mejorar las condiciones del negocio. Turismo y todas las áreas de la economía argentina lo van a agradecer.  

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